La principal particularidad de las tierras del Baix Berguedà y que las diferencia del resto de Cataluña y les proporciona identidad propia, es el conjunto de colonias textiles -que se empezaron a construir durante la segunda mitad del siglo XIX- que podemos encontrar junto al río Llobregat.

Una concentración única de colonias industriales -con elementos comunes entre ellas y elementos singulares que hacen que no haya ninguna de igual- donde han vivido y trabajado miles de personas y que, actualmente, conforman un conjunto patrimonial de gran valor que nos permite recordar uno de los capítulos esenciales del proceso de industrialización de Cataluña.

En todas las colonias existían dos espacios muy diferentes. El primero era el espacio industrial, donde estaba la fábrica y los elementos (la esclusa, el canal y la turbina) que permitían transformar el agua del río en energía que hacía mover la maquinaria.

Junto a la fábrica, o un poco más lejos, vivían las familias trabajadoras de la colonia. En este espacio, además de las viviendas para los obreros, los propietarios hacían construir, también, todo tipo de servicios y equipamientos para uso de los trabajadores: panadería, carnicería, pescadería, tienda, lavadero, escuela, residencia para chicas trabajadoras , iglesia, café, teatro, zona deportiva, etc. Presidiendo el conjunto de la colonia, destacaba, a menudo en un punto alto, la torre del amo.