Dos puntos de vista de Guardiola de Berguedà

 Guardiola es un pueblo relativamente moderno cuyo nacimiento se debe al ferrocarril. Pero la presencia humana en el valle se remonta por lo menos hasta la Edad Media, como muestra la presencia del Monasterio de Sant Llorenç prop Bagà. También se ha trabajado mucho para recuperar el entorno del río Llobregat. Esta ruta combina un paisaje agreste con vistas amplias del valle del Llobregat y la intimidad del bosque de ribera en un paseo muy asequible de medio día.

Descripción

La ruta empieza frente al Ayuntamiento. En dirección hacia Bagà, se busca la calle que sube hacia el Monasterio y el cementerio. Para ahorrar algunas curvas de la carretera, también es posible tomar el Passatge Sant Llorenç y luego un camino que sube en línea recta hasta empalmar con la carretera cerca del Monasterio. El Monasterio actualmente está cerrado por restauración pero cuando vuelve a estar abierto, vale la pena visitarlo. Al lado del Monasterio, hay una fuente arreglada donde podéis coger agua.

La ruta pasa al lado del cementerio y luego continúa por la pista hacia la casa de El Vilar. El nombre viene de "Vila" y nos indica la presencia pobladores medievales. Efectivamente, en los alrededores de la casa, hay grupos de piedras que sugieren antiguas casas, además del poblado medieval en el cercano Coll de Llenes, esperando una excavación arqueológica. Desde la casa misma, arranca un camino que, llaneando, entra en un bosquecillo. A la derecha, un poco más elevado, se ve un agujero revestido de piedras. Es la antigua fuente de la casa. El camino sale del bosque y las vistas se van ampliando entre grandes rocas. Ahora se ve, al otro lado del río, el canal que lleva agua a la central eléctrica cerca del túnel de Guardiola. Incluso se ve un acueducto para salvar el Torrent de l'Abellol. El túnel marca el trazado del antiguo ferrocarril y encima están los restos del castillo de Guardiola, que vigilaba el paso por el valle del Llobregat y el valle de Saldes, en una bifurcación de caminos.

Es un tramo para ir disfrutando de los cambios de perspectiva. Desde la carretera, nadie sospecharía que aquí podría haber un camino. El camino llega a un collado. Por un lado, continúa hasta el río Saldes, donde podéis empalmar con otras rutas señalizadas. En el mismo collado, se ven a la derecha las ruinas de una barraca adosada contra una pared de roca, probablemente utilizado por los carboneros que explotaban los bosques cercanos. Nuestra ruta gira a la izquierda y, tras seguir la cresta unos metros, inicia un descenso por el bosque que no acabará hasta llegar a las Cases Noves del Collet, en la carretera.

La carretera se cruza por el puente y, a partir de aquí, la ruta busca el río. Aquí, tan cerca de la carretera, parece imposible que se pudiera respirar un ambiente tan apacible. Un camino amplio bordea el río. En verano, abundan los pájaros y las mariposas. Es posible ver la garza real, en vuelo o pescando. También hay bancos para descansar y, a medio camino, un surtidor de agua. El encanto se rompe al pasar por debajo de la carretera pero ya estamos entrando en el pueblo, a diez minutos del final de la ruta.